Estreno de O Eco das Pedras (El Eco de las Piedras)
Existió hace mucho tiempo, en Galicia, una aldea llamada Veromundo, que estaba llena de leyendas que se escondían en las cuevas y en las mámoas de piedra. Este lugar desapareció con el paso del tiempo, nadie recuerda ya nombre. Cuando, sin previo aviso «aparece» delante de nuestros ojos un cueva de Veromundo, en la que habita una moura, una sabia, una encantada que cuenta lo que no está escrito utilizando los petroglifos que rodean su morada.
En nuestra tierra, Galicia, las piedras están vivas. En ellas se esconden tesoros, en ellas viven las mouras encantadas, las enormes serpientes, los mouros, los duendes, los gigantes…
Dentro de las cuevas duermen las nubes del Nubeiro antes de formar fuertes tormentas. Sobre las piedras descubrimos misteriosos petroglifos, grabados sobre la propia piedra, que parecen mensajes secretos que tenemos aun que descifrar. Las piedras hablan, sólo hay que pararse a escucharlas para poder viajar al otro lado…
El Eco de las Piedras fue patrocinado por la Diputación Provincial de Pontevedra dentro de su programa del Año Patrimonio.
Y finalmente, el día del estreno del Eco de las Piedras en el Auditorio Municipal de Covelo…
Las mouras nos rescataron, enviaron la Diana y Severino, un mouro muy fuerte que levantó nuestro coche averiado en la autopista. Y la moura Mara envió a Rubén que llevó en su coche todo el «equipaje» del espectáculo hasta el Auditorio de Covelo, él es el bibliotecario, un verdadero encanto.
Finalmente estrenamos El Eco de las Piedras con éxito y puntuales, digo estrenamos porque en la Mourindade (Nación en la que viven las mouras y los mouros) somos muchos… Colaboraron en el montaje: El mouro Daniel Piñeiro con su magia, la moura Elena Paz Alonso tocó el arpa, el mouro Félix Rodríguez con una moura misteriosa compusieron trebóns con percusión para el Nubeiro Facundo. La fuerte y creativa moura Laia esculpió en la piedra, petroglifos gallegos, que hicieron nuestros antepasados prehistóricos, con la fuerza de su dedo como quien dibuja en el cristal empañado de una ventana un día de lluvia, para que los vean y cuiden las niñas y niños de todas las edades que nos acompañaron en Covelo…
Fueron meses viviendo en la cueva de nuestras leyendas, (en realidad desde niña me acunaron con las eres) acompañada entre otros por mi admirado Antonio Reigosa, al que tengo tantas ganas de conocerle en persona después de tanto leerle y escucharle.
